Desgraciadamente, de Kanye West se conocen más los detalles de su noviazgo con la Kardashian (una de ellas, vamos) que los de su obra que consta de trabajos extraordinarios como My beautiful Dark Twisted Fantasy o este reciente Yeezus, tan rabioso y potente como elegante.
Dejando atrás melodías pop de radiofórmula y abrazado a difíciles sonidos industriales, West desata las esencias de un rap superágil, capaz de adaptarse a complicadísimas bases que no dan respiro en sus 45 minutos.
De todo el brutal repertorio, destacan dos canciones. En primer lugar, Blood On The Leaves, donde la fragilidad de la voz de la Simone de Strange Fruit se quiebra entre los beats y los samples de TNGHT. La otra es New Slaves, escogida para presentar el trabajo. Una pieza directa y agresiva que ejemplifica perfectamente la naturaleza difícil del álbum.
Elaborado al máximo, Yeezus presenta una coherencia contundente en la que las colaboraciones forman parte del todo con una naturalidad increíble. Es como un gran bloque de granito que se agita desde dentro.
Sin duda, uno de los grandes títulos del hip-hop de los últimos años.
Excelsior Errante 